Shiva
Shiva mira sentado en el tiempo,
pelo azabache con adornos de pedrería,
oro en las muñecas, uñas de nácar,
manos en divina armonía
y en la frente corales rojos.
Ojos esmeraldadas proyectan sabiduría.
Poema Carmen Miralles
Medidas: 100x100 cm
Titulo: Shiva el dios de la destruccion Regeneradora
Tecnica: Acrilico / Esmalte acrilico / Spray sobre lienzo
Piedras Calidad gema: Un cuarzo citrino grande
Autor: Daniel Marin
Historia de SHIVA:
En el
shivaísmo (o
religión śaiva o śaivita) la deidad principal es Shivá-Rudra, y en la que
Brahmá y
Visnú son considerados dioses menores.
En la
religión védica más antigua, la única deidad destructora era Rudra (‘terrible’), pero posteriormente en el
hinduismo se volvió usual darle a ese dios el nombre eufemístico de Shivá, ‘auspicioso’ (así como en
Grecia a las Furias se las terminó llamando
Euménides, ‘las Gracias’).
En su calidad de destructor, a veces se le llama Kāla (‘negro’), y es entonces identificado con el tiempo, aunque su función destructiva activa es entonces asignada a su esposa bajo el nombre de
Kali. Como deidad de la reproducción (concomitante a la destrucción), el símbolo de Shivá es un monolito de piedra o de mármol llamado
lingam.
Originalmente había doce
shivá-linga, siendo los más conocidos los de
Soma-nātha (en
Guyarāt), Mahā-kāla (en
Ujjayinī) y
Visuésvara (en
Benarés). A finales del siglo XIX, en India se estimaba que había más de 30 millones de
linga.
[1]
Shivá tiene tres ojos, uno de los cuales está en medio de su frente (denotando su capacidad de ver las tres divisiones del tiempo: pasado, presente y futuro), su piel es de color azul grisáceo (cubierta de cenizas).
Una luna en cuarto creciente situada sobre su frente representa la división del tiempo en meses, una serpiente alrededor de su cuello representa la división en años y un collar de calaveras la sucesiva extinción y generación de las razas de la humanidad.
Tiene varias serpientes enroscadas en sus brazos, su cabello está enredado en varias matas sobre su cabeza y forma un rodete en punta sobre la frente. Encima de este hueco se ve el rebote y la materialización del río Ganges (la madre Gangā, ‘la Rápida’ o literalmente
ga-n-gā ‘va y va’), a quien él intercepta en su eterna caída invisible desde el cielo (en Gangotri, un glaciar de los montes
Hima-alaya o ‘morada del hielo’) para evitar que hundiera la Tierra por su fuerza.
Cuando los dioses
batieron el océano de leche para generar el néctar que los volvería inmortales, se generó también una cierta cantidad de veneno. Shivá se lo bebió para salvar a los
devas, por eso su garganta adoptó un color azul y él fue llamado Nila Kantha (‘cuello azul’).
En una de sus cuatro manos sostiene un tri-shūla o tridente (también llamado Pināka). Los shivaístas creen que denota su combinación de los tres atributos de Creador, Destructor y Regenerador. También sostiene un tamborcito
damaru (con forma de reloj de arena).
Sus sirvientes se llaman
pramathas (‘atormentadores’) y son considerados seres sobrenaturales, quienes forman tropas
(gana), cuyo líder es el hijo de Shivá:
Ganesha (‘señor de las tropas’) o Ganapati (‘líder de las tropas’), representado como un muchacho regordete con cabeza de elefante.